Multiplicar la mirada es la sensación que experimenté cuando pude compartir visitas a museos con mis alumnos. Lejos del tedio, cada vez que repetí una obra con diferentes grupos, era un camino hacia algún nuevo descubrimiento.

Estas conversaciones frente a la obra tienen pautas a seguir y respetar. Esto es tema para hablar y tener en cuenta. Qué cosas propician la conversación y enriquecen el diálogo. Claro que individualmente podemos llegar a descubrir, siempre que profundicemos en el mensaje. Pero en tiempo-espacio ¿Cuánto nos llevaría? Y ¿A dónde llegaría?

La mirada grupal, el intercambio de opiniones, las nuevas ideas que surgen, la ingenua libertad de mis alumnos al expresar opinión acerca de lo que ven. Creo que no hay forma de lograr esta diversidad en la mirada individual. Los múltiples enfoques simultáneos son como abordar la obra con  varios cerebros estimulados cada uno por su mirada.

Luego de la visita tuve por costumbre reconstruir la conversación con mis alumnos en clase, tomando nota en el pizarrón de las palabras clave y su fundamentación. Construyendo así un mapa conceptual en el que luego de concluir las redes vinculantes, funcionaba como síntesis de ideas fundamentales que sostienen el concepto de la obra.

La propia vida, nuestros prejuicios, la cultura tiñe opinión y mirada. Como desestructurarla es parte de nuestra misión. El grupo enriquece porque permite  avanzar en la obra desde varios frentes.

Sean nuestros interlocutores niños o adultos. “Hay un tiempo de madurez en la educación de la percepción de la obra de arte, más allá de la edad cronológica». Otro elemento a tener en cuenta es la libertad del espectador ingenuo, y como acerca signos desde su mirada al concepto que sustenta la obra. Signos que pueden escapar al más experimentado espectador.

Bueno no quiero distraer su mirada, nos vemos.

                                                                                  Nora Fuertes